Muté el 30 de mayo de dos mil
veintidos.
Me autotransplanté mutada
el 19 de julio del mismo año.
Recién hoy han pasado los días
las noches, los minutos, los momentos
necesarios, suficientes
para que el sonido de la puerta
del auto del vecino y el ladrido de todes
les perris de la cuadra que reconozco y saludo
y la voz destemplada o meloza
de vecines y trabajadores de la cuadra
y el llamador de ángeles que puse adelante
y el techito de chapa que está medio suelto
y hasta el chucuc chucuc del tren que conozco desde siempre pero acá viene más seguido con el viento
no me asusten y me convenzan de tanto repetirme:
Estás en casa, estás
Estás en casa.
Inédito. Fresquito y caliente. Corregible. Ahora sin borrador anterior.