miércoles, 18 de octubre de 2023

Las voces del desierto más poblado

 Las voces del desierto más poblado


Paula Irupé Salmoiraghi


Yo no conozco el desierto

sino sus voces: la de Gabriela

que llegó a mi infancia como beso silenciado,

la de la Vagabunda

que vive en este y en todos los desiertos 

físicos y figurados,

la de Violeta que guitarra y canción

y tantos discos y surcos y partituras,

la de Libertad cuyo desierto tiene ríos

y heroínas mesopotámicas.


Yo no conozco el desierto,

quizás la quebrada o la salina pero turista

no es tener la cuerpa seca ni mojada,

solo la oreja y las bocas se comunican,

solo

los sonidos de músicas y vientos,

las piedritas que vienen a la ciudad y levantan

paredes y caminos, las arenas

que se compran en el corralón

de materiales.


Yo no conozco el desierto pero sé

que él y sus voces me conocen.


Inédito y fresquito para el Taller La coordillera, coordinado por Sabrina Barrego. 18 octubre 2023.

viernes, 13 de octubre de 2023

Canto rodado

 Canto rodado


Mi mamá era arquitecta pero no era

feliz.

Tenía cinco hijes pero no

había querido ser madre.

Yo era la mayor, la que

le impuso el título y la 

seguidilla, une por año casi.

Mi mamá se quejada de que

el corralón no entregaba a tiempo

los materiales, a mí

solamente me importaba

el canto rodado.

Canto rodado, canto

rodado, rodado, yo

no sabía a los 4 o 5 años

de dónde venían ni las piedritas ni el nombre sonoro

pero sabía elegirlas y jugar

sin metérmelas a la boca como

los mocosos.


Luego un tiempo de pensar en el río,

en el agua y su poder de roer y llevar y traer

en el tiempo.

Luego fui madre y feliz y a ella

le gustaron bastante sus nietes mientras

no le dijeran abuela.


Hace años que ella murió y el canto rodado

fue reemplazado en las construcciones

por piedritas grises, opacas, todas iguales,

sin redondeces ni recuerdos

fluviales.


Ahora

haciendo pozos en la casa que me compré

con la herencia que me dejó, 

hundiendo mis manos viejas en la tierra

para llenar los baldes rotos y los tachitos

que uso como macetas

encuentro los antiguos brillos de bordes pulidos.


Las lavo, las vuelvo a acunar,

las pongo en los repechos de mis ventanas

y en los estantes de mi cocina. Me dan ganas

de saborearlas.