martes, 25 de junio de 2024

Todo el tiempo del mundo

 Todo el tiempo del mundo


Me gusta estar en mi casa

para quejarme de los trabajadores

que, desmalezadora al hombro,

me tocan el timbre porque no comprenden

el sentido de la pradera salvaje

que crece en mi vereda.


Me gusta estar en mi casa

para abrirles y cerrarles el portón a mis perris

y ver cómo viene el de al lado a jugar

y el viejo chapa de enfrente les grita chu-chu

o les canta

La pulpera de Santa Lucía.


Recién atendí a una chica

que venía vendiendo zoquetes de dama, de niñie

y rollos de papel higiénico.

Le compré un pack de tres zoquetes para mí y le dije

que parecía que se iba a largar a llover de nuevo.

"Puede ser", me respondió pero se notaba

que no le entusiasmaba mucho la idea.

"¿Qué hora será? ¿Sabe, doña?", me dijo mientras

me daba el vuelto en efectivo.

"Tipo 3 y media, 4. ¿Me esperás que me fijo en el celu?

¿Viste que ahora sin celu una no sabe ni dónde vive?"

Ja. Le causó gracias. Eran, efectivamente,

las 15.33. "Gracias, doña, dioslabendiga", me dijo y cerré

lentamente la puerta.

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