Ya no me levanto a la mañana
a llevar críes propies y ajenes a la escuela.
Ya no voy yo misma
a ninguna escuela. Mis talleres
tienen horarios flexibles y modificables.
Ya no como
ni cocino cuatro ni tres y a veces seis
veces al día cuando se me canta
un tomate, una lechuga, un yogurt.
Pero todavía no logro
vivir en el vacío sin marcas
de ritmo y repeticiones
tranquilizadoras.
Entonces, por ahora, mi tiempo
se divide entre el momento en que algunes
de mis seres querides escapan
fuera de mi radio de control,
el momento en que vuelven y alivio
o no vuelven y maquinaria de olvido en acción
para no ser cargosa.
El cierre, el reinicio y/o paz
está marcado por un horario inestable en el que creo
que ya nadie abrirá ni cerrará las puertas
y puedo convencerme de que todes
estamos adentro.
(Escrito recién, acá, sin borrador, a vuelo de pájaro irresponsable y poco profesional)
No hay comentarios:
Publicar un comentario