El motor de esta casa arranca solo.
Porque tiene automático y se vacía
el tanque de agua por la mitad apenas
provocando el inicio ruidoso y sorprendente
del giro de la correa y la subida y bajada
del pistón.
En la otra casa era yo
la que decidía cuándo
hacía falta poner en acción la maquinaria.
Me molestaba quedarme sin agua o
que rebalse si me olvidaba de apagarlo.
Ahora
perdí el control y la obligación,
gané el miedo y la sorpresa.
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